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domingo, 25 de noviembre de 2012

Paz

“Y si hubiere algún *hijo de paz*, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros” San Lucas 10:6 (El subrayado es mío).
¿Han ido a casa en dónde se respira paz? Pero hay otras en dónde la contienda se percibe en el ambiente. Y no solo casas, hay personas que llevan su casa puesta en dónde la paz es una quimera. Paz y contienda, dos * estados* antagónicos, y llegar a evidenciarlos es así de fácil. ¿Hemos oído el adjetivo frágil aplicado a la paz? Es cuando se percibe una paz aparente que en cualquier momento se transforma en contienda. Basta solo un gesto, una palabra mal dicha o mal puesta en el contexto, para que *estalle la guerra en Troya*. ¿Paz inestable?, ¿paz precaria? Hay ambientes de ambientes, y hay estados de paz de muchos tipos. Y es que la paz es interior y no debe ser afectada por las circunstancias. ¡Qué cosas las que decimos!
Jesucristo está dando instrucciones a los *setenta* que envió de dos en dos para hacer lo que Él hacía: divulgar el evangelio del Reino, sanar enfermos, echar fuera demonios, es decir las mismas señales que él mostraba. Pero ahora adiciona algo por demás importante, “En cualquier casa donde entréis, primero decid: Paz sea a esta casa.” Todos los seguidores de Jesús, los enviados del Hijo de dios, son portadores de paz, y la llevan adentro. Bueno, tenemos que parar un momento, para apreciar esta verdad.
Si somos hijos de Dios, redimidos por la sangre del Cordero, somos portadores de paz. Otra vez, y ahora subrayemos para resaltarlo: *somos portadores de paz*. Y no una paz precaria, ni aparente, no, hablamos de una paz interior auténtica, porque esta paz, surge de estar en paz con Dios, y si se está en paz con Dios, se está en paz con todo lo que hay afuera de nosotros. Filipenses 4, habla de “la paz que sobrepasa todo entendimiento”. Veamos el proceso. Estamos en paz con Dios, es decir fuimos reconciliados por Cristo con Dios, (Romanos 5); estamos en paz con nosotros mismos, porque eso fue lo que Cristo hizo. ¿Tenemos que parar otra vez? En paz con nosotros mismos, ¿es cierto? ¿Estás en paz contigo mismo? ¿Con tu pasado? Vaya, extremo.
Luego puedes estar en paz con los demás, sí, aunque ellos no lo estén. ¿Sabes?, una cosa es la paz interior, tuya, sí, con Dios y contigo, incluyendo tu pasado y lo que tienes y eres, y otra muy diferente es que los demás estén en paz. Pero, lo importante eres tú, tú y solo tú.
Ahora Jesús lleva el tema a una dimensión que es la que insinuamos en el párrafo anterior. Resulta que los hombres y mujeres, se dividen en dos grandes grupos: los que son hijos de paz, y los que no lo son. Hijo de paz, es alguien que está en paz con Dios, y consigo mismo, y con su pasado, y, vamos, ya lo definimos. Y resulta que cuando tu paz interior entra en contacto con un hijo de paz, tu paz reposará sobre él, y si no, se volverá a ti. Bueno, así lo dice el Señor, el tuyo y el mío, y si Él lo dice, yo lo creo, y sé que tú también.
Perdón, ¿qué porqué esto no es cierto contigo? ¡Ah!, conviene revisar tu interior. ¿En tu casa no hay paz? ¿En ninguno de tu casa? Dice la Palabra que a paz nos llamó el Señor, pero, insistimos, la paz es interior, muy interior, y se evidencia en las reacciones ante las circunstancias. ¿Examen?, sí, como siempre en esta tribuna: nos confrontamos.
¿Acudes a Cristo?, es la solución. Oscar Eugenio Dubon Palma, el tal Tachus, sí, tú.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Mi Fe Esclarece mi razón


La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman… Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu. - 1 Corintios 1:18; 2:9-10.



¿Cómo? El Dios eterno, infinito, se hizo un niño vulnerable, luego un modesto carpintero en la persona de Jesús. Sufrió una muerte atroz en la cruz. Luego volvió a la vida. ¿A través de ello, Dios puede declararme justo, por la muerte de su Hijo? ¡Imposible, mi razón se opone!

Sí, porque estas asombrosas afirmaciones justamente revelan a un Dios digno de este nombre. No es un Dios a mi medida, producto de mis ideas. Es un Dios trascendente, cuyos pensamientos superan totalmente lo que puedo concebir. Entonces abandono mi pretensión de hacer de mi razón el supremo juez. Humildemente escucho a Dios. Él habla en la Biblia e incluso presenta pruebas a mi inteligencia: el milagro de la creación, el de la resurrección de Jesucristo y el de muchas profecías cumplidas…

Así mi fe esclarece mi razón. Vuelve a formar mis pensamientos profundos, mis secretas creencias, y transforma todo mi comportamiento afectivo e intelectual. No creo sin comprender, sino que creo para comprender y aceptar los pensamientos de Dios. De esta forma mi inteligencia se activa para descubrir el plan de la gracia de Dios, cuyo centro es Jesucristo. Él es “el primero y el último”, el hombre humillado y el Hijo de Dios a la vez. Su presencia y su amor me iluminan y me consuelan cada día

sábado, 25 de agosto de 2012

DIOS RESPONDE

“Jehová Dios nuestro, tú les respondías; les fuiste un Dios perdonador, y retribuidor de sus obras.” Salmos 99:8 El humano es por naturaleza un ser vengador, y esto es evidente por la forma como nuestras sociedades tratan el pasado: esclarecimiento histórico, para mencionar solo una de las formas como se llama el proceso que siguen los triunfadores en contra de los derrotados luego de un conflicto armado y/o social. Y solo basta observar la algarabía social que se arma cuando alguien identificado como culpable de algo, es enjuiciado. El perdón a todo nivel, es un anhelo social y una materia pendiente. Buena o mala, esa es la realidad. Y claro que la respuesta que da el humano a los demás, está matizada por esa falta de perdón o por ese deseo de venganza. Así vemos a un padre de familia cuyo hijo le faltó, proferir un castigo fuera de serie. O una madre abandonada, descargar en sus hijos, sus frustraciones. La respuesta que damos a los demás, es pues, una consecuencia de la reacción a la agresión que recibimos o creemos recibir. ¿Habían pensado en esto? El salmista propone un Dios con una actitud diferente y sobre esta diferencia meditaremos hoy. Pero antes apreciemos algo, de suyo importante. Dice el salmista “Jehová Dios nuestro.” Es decir, del Dios que habla es suyo, y tuyo, y mío, vamos es nuestro Dios, de tal forma que lo que digamos de esta actitud, es de alguien que es nuestro Señor, nuestro Salvador, nuestro, nuestro y nuestro. ¿Y si no?, pues todo lo que se diga es de alguien que es extraño para el que lo diga. Es diferente si dijera solamente Dios, o el Dios, insistimos, es nuestro Dios. Es de alabar al que vive para siempre, ¿no? Identificado de quien hablaremos, empecemos a *deshojar la margarita*. Dice que Dios les respondía y si subimos la vista al verso 6, habla de Moisés, Aarón y Samuel, quienes invocaron su nombre y Dios sí les respondió. “…entre los que invocaron su nombre”, hay más, que invocaron su nombre y les respondió. Pero, atendamos, *invocaron*, es decir que para que Dios responda, primero hay que invocarle, no es solo así. Repitamos, *ellos invocaron su nombre*, y por eliminación si no se pregunta o invoca a alguien, pues no responde. ¿Vemos esta profundidad? Porque si alguien responde a quien no le pregunta, se está metiendo en donde no debe. ¡Ah!, Dios es respetuoso y solo responde a quien le invoca. Primera realidad o requisito. Pero, ¿cómo es la respuesta? Bueno, ahora debemos explorar la forma como se le invoca. O mejor, digamos de una vez que a Dios se le busca en espíritu y en verdad, porque Él es espíritu. Punto. Levantando manos limpias, justificados por la sangre de Cristo. Y no se le puede invocar para pedirle algo fuera de sus principios. Bueno, ya dijimos *punto* porque a Dios solo se le invoca como El mismo mandó. Pero, y seguimos con el pero, la respuesta está condicionada a que Él es un Dios perdonador, si no, ¡vaya respuesta la que daría! Porque, ¿hay alguien que pueda invocar a Dios habiendo cumplido todos sus mandamientos? Estamos seguros que no, pero, Él nos perdonó por medio de la sangre del Cordero. ¿Vemos?, por eso nuestra respuesta a los demás es mala respuesta, y es por falta de perdón, y por el deseo de venganza que tenemos. Revisa como respondes, o como respondemos. Y termina diciendo, que retribuye las obras que hacemos. ¡Ah!, buenas obras, buena retribución, malas obras, dejémoslo ahí… ¿Te impactó?, también al escritor. Oscar Eugenio Dubon Palma, el tal Tachus, a mí también, pues.

viernes, 13 de julio de 2012

Juventud Para Cristo


                               JUVENTUD PARA CRISTO

Acuerda de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos.                        Eclesiastés 12:1

Los jóvenes de Iglesia Príncipe de Paz, La Unión te invita a celebrar juntos tres días de actividad 19, 20,21 del presente mes.

Jueves y viernes: Cultos por la noche.
Sábado: Mañana deportiva, dando inicio a las 8:00 Am, y a las 5:00 Pm tarde de Alabanza, y después Vigilia Fogata.



lunes, 26 de abril de 2010

Construcción de Iglesia

Este video es cuando se hecho el piso de la Iglesia del Príncipe de Paz Bo. La Unión.